Reconocer el mundo a través de sus manos
Ibai López, de 18 años y estudiante del IES Askatasuna, juega con sus manos cuando se pone nervioso. Y, de vez en cuando, acaricia lo que encuentra a su alrededor para reconocer el mundo. En esta ocasión la circunstancia ha sido un poco menos agradable, ya que se ha tenido que enfrentar al teclado de un ordenador para realizar el penúltimo de sus exámenes de EvAU, el de Matemáticas. Este joven burladés presenta un 80% de discapacidad visual desde que tenía cinco años, como consecuencia de un tumor en los nervios ópticos que le han ido deteriorando la visión. “Al principio fue complicado, pero con los años te adaptas y tratas de hacer una vida normal”, confiesa con respecto a su discapacidad visual. Sin embargo, esta dificultad no le permite estudiar un grado de Ciencias, como Química —una asignatura en la que reconoce que se desenvuelve muy bien—, ya que no resulta una labor sencilla adecuar todo el marco académico a su condición. “Con lo que tengo se me obstaculiza mucho la accesibilidad al contenido de la carrera e, incluso, a las salidas profesionales Sobre todo, por la parte visual de laboratorio, que es la que no me va a dejar hacer nada en ese sentido. Por eso he pensado que quizá sea mejor estudiar el doble grado de ADE y Derecho”; entona con una voz segura a la par que melancólica.
De cara a la realización de sus exámenes, la organización de la EvAU adapta la prueba eliminando todo tipo de tablas, logotipos o imágenes posibles que pueden obstaculizar la lectura. Cuando solo queda texto, se conecta un lector de pantalla que le transmite, de viva voz, los ejercicios. A esto se le suma la línea braille, que es un aparato electrónico que transforma el contenido del texto a este sistema, de manera que se le abre a Ibai la posibilidad de revisar todo aquello que ha escrito durante el examen. Por otro lado, en lo que se refiere a los exámenes de la rama científica (Química, Física o Matemáticas), se utiliza el programa EDICO, un editor público de ONCE.
“Mi única dificultad con estos programas es el tiempo. Tengo que pasar por todas las líneas para llegar al contenido que quiero leer, mientras que los otros alumnos solo tienen que echar un vistazo al texto”, explica. Precisamente, esta necesidad se solventa ampliando la duración de las pruebas; una horquilla de hasta 45 minutos extra en la mayoría de los casos y, más concretamente, se puede, incluso, duplicar el tiempo en Matemáticas, de forma que se convierte en un examen de tres horas. “Siempre llego justo al final porque quiero hacerlo muy bien”, comenta. “Es un chico muy listo y trabajador. Hace que lo difícil parezca sencillo”, añade Leire Lareki, una de las trabajadoras del Centro de Recursos para la Equidad Educativa en Navarra (CREENA) que ha supervisado su examen.
A pesar de la sensación de querer hacer el doble grado por “descarte”, Ibai reconoce que tiene un amplio sentido de la justicia. “Me repiten mucho que lucho por aquello que me importa. Por tanto, creo que por la rama de Derecho podría ayudar a los demás. Cuando me propongo un objetivo no suelo dejarlo”, asegura.
En su tercer y último día de EvAU se enfrenta al examen de Química. Se muestra bastante confiado, dado lo mucho que ha estudiado y las aptitudes que posee. Y, a pesar de la impotencia de no poderse dedicar a esto en el futuro, considera que es una manera “tierna” de despedirse del Bachillerato: “Creo que no he podido tener más suerte. Es bastante simbólico porque dejo atrás aquello que quise ser para poder convertirme en alguien que puede ayudar a los demás”, confiesa.
Sea cual sea el camino que le deparará a Ibai, lo que es seguro es que su ejemplo servirá para que otras personas se atrevan a palpar el mundo con su misma determinación.